¡Levántate, brilla Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!
Es la gran fiesta de la Epifanía del Señor, es decir, la manifestación del Señor Jesús a todas las gentes, a todos los pueblos. Porque ese Niño que nació en la Nochebuena es la gran luz que brilla para iluminar los corazones de todos los hombres.
Esos hombres, esas gentes, esos pueblos son a quienes representan los Reyes Magos. Y por eso el amanecer de este gran día llena nuestro corazón de alegría y regalos.
Rezamos...
He dormido nervioso, Señor,
era "noche de Reyes".
Cuando me he despertado,
he ido corriendo a ver los regalos.
¡Qué alegría, que ilusión!
¡Gracias, Señor por todo lo que me das!
Yo también te traigo mis regalos:
El oro de mi corazón sencillo y alegre,
el incienso de mi amistad
y la mirra de todo lo mío.
Ahora, Señor, te pido que los Reyes
lleguen a todos los niños,
a todos los papás y las mamás,
a todos los abuelitos...
Que la ilusión y la alegría de vivir
sean para todos.
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